martes, 31 de marzo de 2009

Sueño...

Quién no ha tenido un sueño regalón, con el que se ha encontrado en más de una ocasión durante el sueño REM... probablemente nadie. En mi caso, siempre he soñado con ciertas temáticas y hasta he vuelto a tener el mismo sueño casi como si fuera una réplica exacta, como esas clásicas películas que no puedes dejar de ver una y otra vez (debo confesar que me ha pasado con varias, imagínense viendo como 3 horas el Señor de los Anillos casi todos los días durante algún tiempo... de locos!!! ni qué decir de cuántas veces he visto a Bridget Jones, o Eterno Resplandor de Una Mente Sin Recuerdos... debo estar haciendo cu-cu).
En fin, sin adentrar en mi propio desequilibrio mental que me lleva a escribir este tipo de cosas, quiero recordar una temática que siempre me ha acompañado al momento de dormir: el placer de volar. Y no digo simplemente volar o flotar, ya que es un placer enorme, increíble, que experimento con la inquietante pregunta al despertar de por qué puedo sentir algo tan maravilloso y tan vívido con una experiencia que jamás he vivido en el mundo real. No puedo explicar eso, y sería una lata entrar en términos psicológicos que no vienen al caso, cueck!.

Volar... flotar... ufff!!!!... desde niña sueño que estoy en x lugar y de pronto comienzo a elevarme como si fuera una pluma, como si fuera una partícula, no siento mi peso corporal, sólo me despego del suelo y lo más fenomenal de todo es que tengo el control de la situación, no sólo vuelo o floto, sino que cuando quiero elijo una dirección, un objetivo y voy hacia ellos. Me siento liviana, despejada, a veces floto, me deleito con la pasividad, con la lentitud del espacio a mi alrededor, subo hasta la copa de altos árboles y miro desde allí la plenitud del mundo, la rutina desenvolviéndose a mis pies, abajo, en formas diminutas y de variados colores que se movilizan de aquí para allá, formando un espectáculo multivisual digno de ver desde las nubes.

Pero a veces tomo velocidad y me abofeteo con el viento, que choca mi cara con frialdad, siento las húmedas gotas que conforman cada nube, y subo, y giro, y me voy en picada por el simple deleite de experimentar la velocidad y el control, y me pierdo en piruetas, como si de pronto me convirtiera en esos aviones que realizan exhibiciones ante un grupo de espectadores.
Cuando estoy en esos sueños no quiero despertar, odio despertar!!!, me quedaría volando para toda la vida, observando las colinas verdes de tanto árbol tupido; los techos de las casas, las montañas nevadas, los cursos de agua... sintiendo la complicidad y la competición con las aves, sus cánticos, sus sueños... por qué despertar???, a quién le interesa hacerlo si tiene el espacio a sus anchas???

Una Flor!!!

Ivy